"La oración es un arma, pero también es un campo de batalla" -Vladimir Savchuk.

Las cargas que nos oprimen y nos debilitan son perceptibles para nuestra naturaleza humana: depresión, temor, enfermedad, amargura, soledad…

Muchas de ellas, aunque NO todas, tienen raíces en el mundo espiritual, pero se manifiestan en nuestra dimensión terrenal: “Entonces le fue llevado [a Jesús] un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de tal manera que el mudo hablaba y veía” -Mateo 12:22.

La oración es el arma de seres terrenales para invadir y conquistar el mundo espiritual: “Regresaron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos someten en tu nombre” -Lucas 10:17.

La oración es el campo de batalla en donde luchamos por nuestra libertad. 

Muchos de nosotros hemos buscado la libertad con estrategias terrenales, en campos de batalla terrenales. Pero la victoria sobre las influencias espirituales que nos oprimen sólo podemos ganarla en la dimensión espiritual.

La oración es el campo de batalla espiritual en donde los demonios van a someterse al nombre de Jesús. La oración consiste en pelear la batalla en el terreno donde nosotros tenemos la ventaja. La oración es la esfera en donde nosotros, seres humanos terrenales y mortales, podemos obtener la victoria sobre el mundo espiritual por medio de Jesús. 

En este campo de batalla, nuestras estrategias ofensivas consisten en:

1. La sangre de Jesús (Apocalipsis 12:11).

2. El nombre de Jesús (Lucas 10:17).

3. Autoridad para someter demonios (Lucas 10:19).

La autoridad que nosotros tenemos para someter y desterrar demonios de nuestra vida está sostenida en la sangre de Jesús y en el nombre de Jesús.

Y esta autoridad la ejercemos por medio de PALABRAS. Dios crea vida por medio de su PALABRA. Satanás asesina y roba por medio de mentiras, de PALABRAS.

Como seres humanos creados a la imagen de Dios, hay un PODER sobrenatural en nuestras palabras.

La autoridad que Jesús nos heredó para vencer al enemigo la ejercemos por medio de palabras en nuestro campo de batalla: la oración. En este campo de batalla, podemos ordenar abiertamente a los demonios que salgan de nuestra vida:

“Mas desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: ¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella! Y salió en aquel mismo momento” -Hechos 16:18.

Nuestra oración de liberación -para nosotros mismos o para alguien más- no necesariamente debe ser dramática y tampoco se manifiesta todas las veces con señales extrañas o sobrenaturales.

Eso no quiere decir que la liberación no sea milagrosa ni efectiva. En ocasiones, ocurre de manera inmediata; en otras, después de un proceso.

Para obtener y defender nuestra libertad, necesitamos aprender a hacer de la oración nuestro campo de batalla y nuestro estilo de vida. La oración es el camino seco por el que atravesamos océanos. Una vida de oración es una vida de libertad.

Ejercemos autoridad sobre el mundo espiritual por medio de nuestras palabras.

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