Fui una cristiana miserable por muchos años.
Creí que le estaba haciendo un favor a Dios al seguir a Jesús. Yo solo quería salvarme del infierno, pero no había otro camino para salvarme que no fuera ser cristiana. Parecía un buen trato, ambos ganábamos algo.
Así que decidí seguir a Jesús, leí la Biblia más de tres veces, empecé a cantar en la iglesia y a participar en mi grupo de estudio. Todo iba bien, excepto que era miserable, incluso más que antes de conocer a Dios.
Algo no estaba bien, pero creí que era normal, que esa era la condición de un cristiano. Después de todo, muchas personas me reconocían por ser una joven “entregada a Dios”.
Por años sentí el peso de una vida desdichada, de la que no podía escapar.
Pero, un día…
Un día ocurrió un milagro. Mi prima me compartió la prédica “Adoptado” del pastor Andrés Spyker. Nunca olvidaré ese día. A partir de entonces, entendí la salvación no como un trato, sino como un proceso de adopción. Dios había realizado todos los trámites legales para convertirme en su hija.
No está de más decir que, en ese tiempo, mis padres acababan de adoptar a Pío, un niño con parálisis cerebral cuya tristeza fue transformada en felicidad cuando se sintió amado por nosotros. Este proceso me ayudó a entender con mayor profundidad lo que Dios había hecho conmigo al adoptarme.
No lo sé si fue inmediatamente, pero enfrenté la verdad de que mi miseria estaba basada en un evangelio incompleto, si no es que erróneo.
"Mi vida estaba basada en un evangelio incompleto y erróneo".
Mi vida miserable era el resultado de una completa y trágica ignorancia de Dios.
Así que renuncié a mi papel de comerciante, y tuve que aprender a ser hija, hija de Dios. En lugar de negociar y regatear, tuve que aprender a recibir el amor de Dios.
Todos los días tengo que aprender a ser amada por Dios para que mi tristeza sea reemplazada por alegría, y mis cenizas, por belleza.
Te cuento esta historia para que, en caso de que te sientas o llegues a sentirte miserable, puedas considerar que la raíz de tu miseria no es Dios, sino tu ignorancia de Dios.
La ignorancia provoca una muerte lenta y dolorosa. No importa cuánto sepas de Dios o por cuántos años has sido cristiano. No es lo que sabes, sino lo que ignoras de Dios lo que te mantiene esclavizado a la tristeza, al dolor, al miedo…
¿Mi consejo? Escucha a pastores que nunca has escuchado. Lee la Biblia en otras versiones diferentes. Acércate a personas que reflejen la felicidad que tú quieres tener. Busca ayuda. Pero no te conformes con tu condición.
Y, por favor, no asumas que sabes algo acerca de Dios. Renuncia a lo que crees saber de Él y, después, persíguelo con desesperación.
"Lo que ignoras de Dios te mantiene esclavizado".
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