"No hay nada peor que responder correctamente a la pregunta equivocada". 

De esa forma sintetiza su filosofía el arquitecto chileno Alejandro Aravena. Él está convencido de que plantear la pregunta correcta es fundamental para resolver un problema de raíz; de lo contrario, solo trabajará con soluciones temporales y superficiales.

Para encontrar la verdad, la libertad y la sanidad, necesitamos aprender a preguntar.

Cuando unos hombres se acercaron a Jesús para hacerle una pregunta extraña acerca de la resurrección de los muertos, Jesús respondió: “Ustedes se equivocan por ignorar las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29).

Jesús no respondió correctamente a la pregunta equivocada. Porque Jesús no está interesado en responder preguntas que prolonguen o empeoren nuestra condición. 

Jesús pretende resolver el problema de raíz, no ofrecer soluciones superficiales. 

La pregunta correcta puede cambiar tu destino. Déjame intentar explicártelo. Hay una diferencia abismal entre preguntar “¿por qué Dios no me habla?” y “¿cómo puedo escuchar la voz de Dios?».

La primera pregunta revela desesperación, y parte de la idea falsa de que Dios no habla a personas menos religiosas o espirituales.

La segunda pregunta también revela desesperación, pero se basa en la convicción de que Dios sigue comunicándose con los seres humanos.

No hay nada más peligroso para ti que contestar correctamente a la pregunta equivocada. Responder a la pregunta “¿por qué Dios no me habla?” limitaría tu vida dramáticamente. Seguirías caminando con la convicción de que Dios es inalcanzable para ti y que, después de todo, no es tan bueno como parece.

Pero si buscaras responder la pregunta “¿cómo puedo escuchar la voz de Dios?”, entonces tu mente y tu corazón se ensancharían, se abrirían a la posibilidad de que probablemente Dios ya te está hablando.

Tus preguntas revelan tu corazón. Por eso es importante que sigas preguntando. Pero cuestiona tus preguntas, descubre lo que revelan de tu corazón y la carencia que delatan. Las preguntas correctas desatarán la sanidad de tu corazón. 

Después de todo, la respuesta no es tan importante como la pregunta correcta.

"Cuestiona tus preguntas y descubre lo que revelan de tu corazón".

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