La debilidad es un arte.

Uno tiene que aprender a entrenarse en ella, no a luchar contra ella.

En mi experiencia, ser débil ha significado visitar los lugares oscuros de mi mente, aceptar y enfrentar mis heridas y mis temores. Ha significado rendirme a aceptar lo que soy y lo que no soy y luchar las batallas que he evitado toda mi vida.

Ser débil ha significado renunciar a todas las muletas que me mantenían de pie, a todos los recursos sobre los que yo me sostenía para impresionar a otros, para dar una apariencia de sanidad y madurez.

Ser débil ha significado traer a otras personas al caos, mi caos, para que conozcan la deformidad de mi alma: los temores, la envidia, la inseguridad, la incredulidad, el rencor, la amargura, la culpa, el orgullo, la mentira…

Luchar contra la debilidad sólo prolonga nuestro dolor.

Negarla, tratar de esconderla o huir de ella no servirá de nada. Siempre nos perseguirá, siempre nos encontrará despiertos en la noche para ocuparnos y abrumarnos.

El verdadero poder emerge cuando aceptamos a la debilidad como parte de nosotros, cuando soltamos las muletas con las que creemos esconder nuestra discapacidad.

¿Sobre qué muletas te sostienes para sentirte más fuerte o más digno? ¿Qué recursos usas para esconder tu debilidad de los demás?

Hay una libertad que llega cuando soltamos las muletas que nos mantienen de pie.

Cuando las soltamos, no nos queda más opción que aprender a flotar en la gracia de Dios.

La gracia de Dios es el amor que nos sostiene cuando renunciamos a todas nuestras muletas.

Flotar en la gracia de Dios es incómodo y, al mismo tiempo, liberador… porque fuimos creados para vivir en gracia, no para caminar en muletas.

Aprender a ser débil es un estilo de vida.

Uno aprende a atravesar la resistencia al cambio, la negación de las heridas, el fuego del dolor y la vergüenza de ser conocido para, finalmente, encontrar un cielo de amor en el que la gracia te sostiene perfectamente.

No necesitas muletas. Si quieres aprender el arte de flotar en la gracia de Dios, suelta las muletas. Acepta la debilidad como parte de ti, una caótica y hermosa parte de ti.

Fuimos creados para vivir en gracia, no para caminar en muletas.

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