La realidad siempre nos da razones válidas para dejar de creer.

Pero nuestra naturaleza humana es obstinada y siempre está buscando razones para volver a creer, algo que restaure nuestra esperanza.

Piensa en Abraham. Era un hombre próspero, pero no tenía lo que más deseaba: un hijo. A sus 75 años, Abraham  recibió la promesa de Dios de tener una gran descendencia. Tiempos buenos y malos vinieron, pero pasaron 25 años hasta que Sara, su esposa, logró quedar embarazada. La Biblia dice que:

«… Abraham, el cual es padre de todos nosotros delante de Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no existen, como si existieran. El creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto, puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara; sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo que había prometido»  (Romanos 4:16-21 LBLA).

"Abraham no negó sus limitaciones, sino que las asumió con madurez".

Abraham tenía razones válidas para dejar de creer, sus limitaciones físicas eran argumentos poderosos y suficientes. Pero la Biblia dice que Abraham «contempló» estas limitaciones; él era plenamente consciente de ellas, no las negó, sino que las asumió con madurez y, entonces,  se convenció de que Dios era capaz de cumplir lo que había prometido. Abraham:

1. Creyó en lo imposible.

2. Aceptó sus limitaciones sin debilitar su fe.

3. No titubeó con incredulidad, sino que adoró a Dios.

4. Creyó en el carácter de Dios: un Dios que da vida a los muertos.

Dios no te ha mentido.

Él nunca te aseguró que creer fuera fácil. Hay cientos de argumentos en tu contra. Tienes miles de razones para perder tu fe. Hay cientos de excusas para justificar tu incredulidad y tu amargura. Estas razones y excusas son reales y harías bien en considerar cada una de ellas, pero no se supone que sean la base de tu fe y ni siquiera son tus enemigas; son elementos del escenario en donde Dios, un Dios que da vida a los muertos, cumplirá lo que te ha prometido.

"Dios, que da vida a los muertos, cumplirá lo que te ha prometido."

Suscríbete. Sé parte de esta comunidad.


Recibe contenido exclusivo cada semana.

[contact-form-7 404 "No encontrado"]