El secreto de una vida cristiana auténtica es la intimidad con Dios.
La autenticidad de nuestra vida cristiana empieza en lo secreto, en el corazón, en nuestras conversaciones íntimas con Dios.
Entonces, ¿cómo construir intimidad con Dios?
En un estudio sobre relaciones humanas, la investigadora Brené Brown descubrió que la vergüenza es el elemento que impide una conexión real entre dos personas.
Ella define la vergüenza así: “¿existe algo en mí que, si otras personas lo saben, me haría no ser digno de su amor?”.
La vergüenza es una de las respuestas a la vulnerabilidad,
es decir, a la facultad que tenemos de ser heridos o rechazados cuando revelamos quiénes somos realmente. PERO la vulnerabilidad es esencial en las relaciones porque, para tener una conexión real, es necesario dejar que otros nos conozcan de verdad.
Brown descubrió que los seres humanos respondemos de dos maneras diferentes a la vulnerabilidad:
1.- Luchamos contra la vulnerabilidad. Negamos o escondemos nuestras debilidades. Perfeccionamos lo exterior y escondemos lo que somos por temor a ser rechazados. Es un estilo de vida de apariencias, de hipocresía (Mateo 23:25-28).
2.- Aceptamos la vulnerabilidad. Dejamos que otros nos vean imperfectos, frágiles y débiles. Asumimos nuestras debilidades y somos sinceros al respecto. Nos mostramos como somos. Es un estilo de vida de transparencia, de sinceridad (2 Corintios 4:2).
Lo único que va a garantizar que nuestro cristianismo sea auténtico es tener encuentros reales con Dios… mostrarnos ante Dios COMO SOMOS, sin esconder ni maquillar NADA.
"Acérquense a Dios y Él se acercará a ustedes" -Santiago 4:8.
En la medida en que nosotros revelemos a Dios nuestro corazón, Él también nos revelará el suyo. En la medida en que nosotros abramos las puertas a los cuartos más oscuros del corazón, Él también abrirá las puertas a los tesoros más secretos de su corazón.
El cristianismo auténtico es conocer a Jesús y ser conocidos por Él. Sólo una CONEXIÓN REAL con Dios le da sentido a nuestro cristianismo.
Dios quiere relacionarse con nosotros cara a cara, sin intermediarios, sin acertijos, con claridad.
No hay atajos para ser un cristiano auténtico, no hay atajos para conocer los secretos de Dios. Nuestro lugar de oración es nuestro escenario principal para poder edificar una vida cristiana verdadera y poderosa.
"Sólo una conexión real con Dios le da sentido a nuestro cristianismo".
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