"Estando en agonía, oraba más intensamente, y fue su sudor como gotas de sangre que caían sobre la tierra" -Lucas 22:44
Hematohidrosis. Ése es el nombre científico del fenómeno que Jesús experimentó esa noche. Y no, no es una metáfora ni un fenómeno divino… es un padecimiento humano, completamente humano.
La hematohidrosis es una respuesta fisiológica ante la tensión emocional extrema. Este fenómeno se repite en personas que experimentan miedo o ansiedad intolerables; se ha observado en personas que están por ser ejecutadas, entre personas que enfrentarán una muerte dolorosa y cercana o entre soldados luchando en la guerra.
Ante la intensidad del estrés emocional,
el cuerpo humano responde para protegerse, conduciendo una gran cantidad de sangre a los órganos vitales. Esto provoca un aumento excesivo de la presión arterial y, para disminuirla, el organismo activa la sudoración. La sangre que rodea los órganos vitales, como el cerebro, es conducida a las glándulas sudoríparas y, como la presión sobre los tejidos externos es demasiada, la sangre es expulsada por medio del sudor.
Seguramente has visto la vida demasiado grande para ti. Seguramente has enfrentado el dolor del abandono, de la traición o de la tragedia. Y quizá, más de una vez, pensaste que Dios no podía entender ni explicar tu dolor, tu temor, tu ansiedad…
Esa noche, Jesús experimentó la intensidad del dolor del ser humano.
Esa noche Jesús enfrentó cara a cara la traición, la soledad, el abandono, la injusticia, la incertidumbre, el caos. Y su cuerpo respondió dramáticamente a la intensidad de esa agonía.
No vuelvas a pensar que Jesús no puede entender tu dolor. No vuelvas a pensar que estás solo en esto. El sufrimiento de tu alma te une a Jesús en aquella terrible noche. Y puedes estar seguro de que Jesús nunca va a permitir que tu agonía supere su agonía.
Amigo, sigue los pasos de Jesús. No huyas del dolor, enfréntalo en oración. Enfréntalo unido al dolor de Jesús, en aquella terrible noche. Imagina que estás hincado a su lado y entrégale el peso de tu dolor. Él está por enfrentar la muerte y crucificará en la cruz tu ansiedad, tu temor, tu agonía.
En esa cruz, Jesús está pagando el precio de tu paz (Isaías 53:5).
Jesús está muriendo de temor, de ansiedad, de incertidumbre, de agonía, de dolor, de soledad. Él nunca permitirá que tú mueras de esa manera.
La historia de Jesús es tu historia. Y todo el fruto de su sufrimiento -paz, esperanza, vida, poder, autoridad, felicidad, seguridad, honor- hoy es tuyo, YA es tuyo.
En esa cruz, Jesús pagó el precio de tu paz.
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